Hija de Luis Fernández de Córdoba y Luisa de Aguilar, marqueses de Guadalcázar. Con 18 años era una joven muy bella que todos los nobles se disputan. Vive en Écija (calle Zayas, nº 18). Su hermano sacerdote Don Pedro de Córdoba la pone en contacto con Juan de Ávila, antes de marchar a la corte para ser la dama de Isabel de Portugal (esposa de Carlos V).
Renuncia a todo, se empareda en su casa, jura castidad perpetua, su puerta es tapiada, apenas se comunica con su familia, se baña con agua fría en pleno invierno, ayunos continuos, vigilias. Se convierte en el prototipo de las “mujeres emparedadas” que hubo a lo largo de la historia.Premoniza su muerte y desea ser arrastrada como martirio.
Su leyenda la escribe el historiador cordobés Padre Martín de Roa. En su biografía dice que el día de su entierro “llevó la cabeza fuera de la caja, sonrosado el rostro, sin recibir daño alguno”. Muere en Écija y es llevada a Córdoba en cortejo fúnebre; al entrar por la Puerta del Triunfo, los frailes de San Francisco con sus velas y cantos espantan a las mulas que llevan el ataúd. Echan a correr y la caja se despedaza y ella es arrastrada piedra a piedra por todas las calles (Pescadería, Cruz de Rastro, Feria, Compás de San Francisco). Al llegar a la iglesia se detienen de manera misteriosa. Cuenta la tradición que durante mucho tiempo la iglesia desprende un olor celestial tras ser enterrada en la capilla mayor.
También escribe sobre ella Fray Luis de Granada y San Juan de Ávila.
En Guadalcázar desde el siglo XVIII sus descendientes instalan en su casa (situada en la Plaza de Santa Cruz) la imagen de Jesús Abrazado a la Cruz, que se le aparece a Sancha en varias ocasiones, según cuentan sus biógrafos.
Tiene una calle en Guadalcázar, en Écija (desde 2008) y en Córdoba (en zona del Tablero)