WALLADA

Hija del califa omeya Muhammad III al-Mustakfi, (bisnieto de Abderramán III), último califa omeya que sólo ocupó el Califato siete meses (1024-1025) y de la esclava cristiana Amin-am, al cabo de los cuales huyó de Córdoba disfrazado de mujer y fue asesinado poco después. Es considerado un ignorante, grosero y cobarde. Deja en la ciudad a su hija, que era su opuesto en cultura y coraje. 

Su padre la adoraba, le pone por nombre Wallada “la que alumbra”, presagio de la gran poetisa que llegará a ser. 

La princesa Wallada vivió una larga vida (97 años). Ella es un prototipo de princesa culta y brillante. Poetisa prolífica que competía con los poetas y literatos a los que supera, llegando a instalar un salón literario. Allí trataba libremente con poetas y escritores ( su firme defensor será Ibn Hazm), que acudían atraídos por su agradable compañía; esto dio lugar a muchas habladurías (estudio de W. Hoenerbach en 1971, con “Notas para una caracterización de Wallada”). 

Debido a su indiferencia ante las convenciones sociales, el reproche que con frecuencia se le hace es su falta de decoro (tasawun), propio de su alta cuna. 

Debido a la elevada función de la poesía entre los árabes, la gran mayoría de las poetisas son mujeres libres, con frecuencia de familias importantes o nobles como la princesa Wallada o la docta poetisa Safia. 

Amante del poeta Ibn Zaydun (1003-1071), se convertirá en la musa de su poesía amorosa, inspirando los versos de amor más hermosos de la poesía hispanoárabe, aunque acabarán su relación de forma tormentosa. 

Su alta posición en una época de constantes disturbios políticos (en 1009 asesinato del hijo de Almanzor, al-Muzaffar) y la implantación de los reinos de taifas en 1031, le permite una excepcional libertad de actuación. Se libera de todo además porque es hija única con herencia y sin varón en la familia.

En 1023 Abderramán V la designa consejera de gobierno, estando presente en los gabinetes de los notables. 

Despreocupada por las convenciones sociales de la época, se dice que llevaba versos bordados en los hombros (como los tatuajes actuales), así algunos estudios revelan que sobre el hombro derecho llevaba este verso: 

“Estoy hecha, por Dios, para la gloria, y camino, orgullosa, por mi propio camino”; 

y sobre el izquierdo: 

“Doy poder a mi amante sobre mi mejilla y mis besos ofrezco a quien los desea” 

Tiene el atrevimiento de participar en las competiciones masculinas y de completar poemas inacabados mostrando libremente su rostro, conducta que la hizo ser llamada “perversa” y ser criticada duramente por los integristas. 

De la época de sus amores con Ibn Zaydun se han conservado dos poemas, donde confiesa su deseo de verlo y añora las horas pasadas en su compañía. Estos amores terminan bruscamente, tal vez por los devaneos de Ibn Zaydun, enamorado de una esclava negra de Wallada; cuyos celos expresa en un poema, lleno de sentimientos contradictorios: orgullo herido por ser suplantada por una mujer inferior y dolor al verse abandonada. 

Se dice que mientras mantiene relaciones con Ibn Zaydun, la poetisa prohíbe que a las reuniones acudan mujeres para que no se enamorasen de su amado por su ingenio y talento. Es posible que este hecho hiciera que Wallada pusiera sus ojos en un ministro, el visir Abu Amir Ibn Abdus, lo que provocó los celos de Ibn Zaydun, que escribe a éste a través de una sátira, una epístola burlesca (“risála”) y lo ofende como si estuviera escrito por Wallada y le contestara a sus invitaciones amorosas. Este poema se hace famoso y desencadena la ruptura definitiva con la princesa, quien escribe sátiras feroces contra él, y él será encarcelado un tiempo como castigo.

Ibn Zaydun nunca la olvida, la tendrá como musa, así nace su qasida más famosa en recuerdo del amor perdido, (anuncia un primer romanticismo): 

“¡Ay qué cerca estuvimos y hoy qué lejos¡ 

nos separó la suerte, y no hay rocío 

que humedezca, reseca de deseo 

mis ardientes entrañas; pero en cambio 

de llanto mis pupilas se saturan”. 

(algunas epístolas de Ibn Zaydun, algunas dirigidas a Ibn Abdus, se insertan en “Las mil y una noches” sin citar a su autor) 

La sátira es un género que debió de cultivar con asiduidad, llegando a satirizar a su protectora y maestra Muhya al-qurtubiyya. Ella se preocupó de que recibiera una educación hasta que Wallada se convirtió en poetisa. Más tarde ella abrirá un palacio donde educará a chicas de buena familia. 

Debió continuar su relación con Ibn Abdus, pues ambos vivieron muchos años, más de 80, y él mantuvo su amistad y correspondencia con la princesa. Incluso él llega a hacerse cargo de ella cuando ella queda arruinada (muere el mismo día que los almorávides entran en Córdoba y se da fin al Califato cordobés). 

Las mujeres en al-Andalus recibían una educación elemental (leer, escribir, el Corán y algo de poesía), pero no en las escuelas con los chicos, sino en casa con los familiares o una maestra. 

Se conservan nueve poemas muy breves, ya que su obra no se recogió de manera estricta. Tres de los poemas son de amor, en uno de los cuales expresa el sentimiento de los celos, lo dirige a Ibn Zaydun y le reprocha su inclinación por una esclava:

“Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros, no habrías escogido ni amarías a mi esclava; 

has dejado una rama donde florece la hermosura 

y te has vuelto a la rama sin frutos. 

sabes que soy la luna llena, 

pero, por mi desdicha, 

de Júpiter estás enamorado” * 

*(compara a su esclava negra con el planeta oscuro, mientras que ella es todo luz y pureza) 

En otro de ellos manifiesta de manera magistral su queja de enamorada ante la ausencia del amado: 

“Tras la separación, ¿habrá medio de unirnos? 

¡ay¡ los amantes todos de sus penas se quejan¡ 

paso las horas de la cita en el invierno 

sobre las ascuas ardientes del deseo, 

y cómo no, si estamos separados. 

¡qué pronto me ha traído mi destino 

lo que temía ¡mas las noches pasan 

y la separación no se termina, 

ni la paciencia me libera 

de los grilletes de la añoranza. 

¡que Dios riegue la tierra que sea tu morada 

con lluvias abundantes y copiosas ¡* 

*(usa una fórmula funeraria, tal vez ya le desea la muerte) 

Los poemas de amor de Wallada tienen además la característica de formar parte de una correspondencia con sus amantes, con los que concierta una cita o insiste para que no tarden en volver a verla. Este sería un poema que escribe en un billete para citar a Ibn Zaydun:

“Cuando caiga la tarde, espera mi visita, 

pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos; siento un amor por ti que si los astros lo sintiesen 

no brillaría el sol, 

ni la luna saldría, y las estrellas 

no emprenderían su viaje nocturno” 

Propio de la poesía árabe ya señalamos que era el uso de la sátira, que se convierte en el género por excelencia y quien realmente se merece el calificativo de satírica es Wallada. Cuatro de sus nueve poemas son sátiras, tres contra Ibn Zaydun y una contra un tal al-Asbahi: 

-Primer poema “contra Ibn Zaydun”: 

“Tu apodo es el hexágono, un epíteto 

que no se apartará de ti 

ni siquiera después de que te deje la vida: 

pederasta, puto, adúltero, 

cabrón, cornudo y ladrón.” 

-Segundo poema “contra Ibn Zaydun”: 

(entre las sátiras contra su amante, le reprocha entre otras cosas tener amantes masculinos): 

“A pesar de sus méritos, Ibn Zaydun ama 

las vergas que se guardan en los calzones; 

si hubiera visto el pijo en las palmeras, 

se habría convertido en pájaro ababil” 

Era propio de la sociedad cordobesa del siglo XI las relaciones homosexuales (aunque los musulmanes radicales lo condenan moralmente) por ejemplo, el mismo Ibn Hazm en el “Collar de la paloma” describe el amor homosexual como una forma más de amor, aunque lo condene desde el punto de vista religioso.

-Tercer poema “contra Ibn Zaydun”: 

“Ibn Zaydun, a pesar de sus virtudes, 

maldice de mí injustamente y no tengo culpa alguna; 

me mira de reojo, cuando me acerco a él, 

como si fuese a castrar a Alí” * 

*(puede referirse a un secretario de Ibn Zaydum, de ahí la sátira indirecta que crea, donde le reprocha su desinterés) 

-Cuarto poema “contra al-Asbahi”: 

“Enhorabuena, al-Asbahi, por los beneficios 

que has recibido del señor del trono, del benefactor; has conseguido con el culo de tu hijo 

lo que no consiguiera 

con la vulva de Buran su padre al-Hasan”* 

*(Buran: bella esposa del Califa abasida al-Mamum. Inventa un plato típico, que se le llama “buraniya” y más tarde alboronía, en honor de su inventora) 

Los poemas de las mujeres árabes se consideran más directos, careciendo de toda complejidad retórica y produciendo el efecto de ser espontáneos. 

En el caso de Wallada utiliza dos lenguajes extremadamente opuestos: unas veces culto, refinado y erótico y otras basto, obsceno y seco. 

Pero siempre será parte activa en sus relaciones amorosas, expresando claramente sus sentimientos. 

Un gran número de moaxajas árabes y más tarde de jarchas presentan características de las formas folclóricas de una poesía femenina donde la mujer refiere sus penas y alegrías del amor, el dolor que causa la ausencia del amado, la impaciencia porque se halle presente y el juego amoroso desde el punto de vista femenino. El gusto por la poesía erótica, estará de moda entre los omeyas.

En el pedestal que hay en la plaza de los Baños Califales (en recuerdo de ella e Ibn Zaydun como símbolo de los amantes) aparece el siguiente poema con su nombre (aunque en realidad pertenece a la poetisa Hafsa) 

“Tengo celos de mis ojos, de mí toda, 

de ti mismo, de tu tiempo y lugar, 

aun grabado tú en mis pupilas, 

mis celos nunca cesarán” 

https://es.wikipedia.org/wiki/wallada