MARÍA ISIDRA QUINTINA DE GUZMÁN

Nace en Madrid, pero vive y muere en Córdoba. Hija del conde de Oñante y nieta de la condesa de Paredes (autora de seis volúmenes del “Año cristiano” impreso en Madrid en 1654) 

Desde su niñez manifiesta un ingenio “rarísimo”. Atraída por el saber y la dedicación de su tía Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, profesora de la Universidad de Salamanca. 

Carlos III, que le profesaba singular cariño (su padre fue camarero mayor del rey y su madre camarera de la reina), logra que la admitiera la Real Academia Española. Allí se doctora en Filosofía y Letras. Tuvo muchas dificultades para conseguirlo, por ser la primera vez en España que hay una mujer catedrática en la Universidad de España. 

Nombrada doctora en un acto en Alcalá en que se suprime el abrazo que rector y doctores debían dar en señal de fraternidad al nuevo doctor (se supone que por decencia) 

En sus ejercicios del doctorado hubo un revuelo inusitado; pues es un tiempo en que los estudios están vedados a las mujeres, incluso a las de clases más favorecidas. 

Ella escoge como tema un texto de Aristóteles “anima hominis est spiritualis” (el alma del hombre es espiritual), y la desarrolla con singular talento. También diserta sobre un punto de Menandro: “no hay patrimonio más precioso que la sabiduría”. Su defensa fue muy aplaudida aunque hubo tres doctores en Teología que manifestaron su protesta por escrito. Tuvo que pasar un siglo para que otra mujer fuera doctora, esta vez en 1812, en medicina: Martina Castell y Ballespi) 

Recibió el doctorado en la Universidad de Alcalá en 1785, a los 17 años. Así es llamada en Córdoba “la doctora de Alcalá”. La prensa ilustrada hace un generoso eco de la noticia y la ciudad se llena de multitudes. 

En el ingreso de la Rae, ante la presencia de Carlos III, que desea que sea modelo de imitación para las demás mujeres, al comienzo del discurso expone: 

“¿no ha sido necesario apurar toda la liberalidad de la Real Academia Española para elevar a un honor que es el más distinguido empleo y encumbrado premio de los esclarecidos literatos a una joven de 17 años que sólo ha conocido por sus nombres los gimnasios, las Academias, los seminarios, ni ha tocado los umbrales del famoso templo de Minerva, ni aún ha oído otra voz que la de un solo maestro?” 

En esta introducción reflexiona sobre su aislamiento en el estudio con el profesor don Antonio de Almara, debido a la prohibición de la época para estudiar como mujer. 

Más tarde es nombrada Catedrática honoraria de Filosofía Moderna, incluso el claustro acuña una moneda de plata con su nombre por una cara y por el otro la frase “fruto del trabajo constante”. Pero poca justicia le hace la investigación y la historia, al olvidarla dos siglos. 

Actualmente se concede un premio de investigación con su nombre en la Universidad de Alcalá para reconocer el esfuerzo y valía de mujeres insignes. 

Sobre su doctorado hay un estudio de don Juan Pérez de Guzmán en “La España moderna” (1898). En él refleja que Mª Isidra fue muy criticada en su tiempo; sus compañeros de la Academia piensan que su discurso era pobrísimo en ideas, pero en realidad manifestaban envidia de la protección de Carlos III hacia ella. 

Participa activamente en salones literarios de Madrid. Más tarde entra en la Real Sociedad Económica matritense y su entrada provoca la entrada de muchas damas, por lo que se creó la Junta de Damas. 

Aparece en la tesis doctoral de Carmen Martín Gaite de 1972 “Usos amorosos del XVIII en España”, en él estudia el día de ingreso en la universidad de Isidra, en una ceremonia con más de 6000 personas. Sobresale en los ejercicios de latín, francés, italiano, lengua española, mitología y ciencias. Todo este estudio lo extrae de las actas del claustro. 

Se casa con el marqués de Guadalcázar y vive en Córdoba, en el palacio de su marido. Muere en Córdoba y es enterrada en la iglesia de Santa Marina, donde se conserva la lápida con su escudo. 

Fue probablemente la primera mujer académica del mundo, y no vuelve a haber otra mujer en esta institución hasta la elección de Carmen Conde en 1978 (a los 71 años y tras comenzar su carrera literaria a los 15 años), Elena Quiroga en 1983 y Ana Mª Matute en 1995.