HELVIA ALBINA

Nace en Urgavo Alba (hoy Arjona), Jaén. No se sabe la fecha de nacimiento ni de muerte. 

Tras casarse con Marco Anneo Séneca “el retórico” o “el viejo” (padre de Séneca) se traslada a Córdoba. 

Su familia “los Helvii” pertenecen a un linaje ilustre. Fue una mujer de gran talento que dedicó gran parte de su vida a gestionar el patrimonio de la familia (su esposo permaneció grandes temporadas en Roma). 

En su época Augusto propone el decreto “ius trium liberorum”, derecho que liberaba de cualquier clase de tutela (paterna o marital) a las mujeres con más de tres hijos. Así Helvia pudo ocuparse libremente de sus negocios y bienes sin la necesidad de autorización o mediación de ninguna figura masculina. 

Estuvo interesada en la filosofía, de ahí que sea uno de los apoyos principales en la formación intelectual de su hijo Lucio Anneo Séneca. Transmite a sus tres hijos su amor por el saber y les ayuda en sus carreras como magistrados. 

A pesar de que en el siglo I d.C la situación de la mujer romana era algo mejor (en clases influyentes y con posibilidades económicas), ya que podían acceder a la cultura más y mejor que en siglos anteriores, su marido la aparta de los estudios filosóficos. Él pensaba que una extensa formación intelectual era perjudicial para la moralidad femenina. 

Lo que estudia con los maestros de su hijo, Soción y Átalo, le rentará magníficamente a lo largo de su vida. 

Participó con su aportación económica en la construcción del teatro que el emperador Augusto mandó construir en Córdoba entre los años 15 a. c y 5 d.c. 

Aparece perfectamente retratada en la obra de su hijo “Consolación a Helvia”, donde Séneca le agradece su papel como madre, la alaba por su acertada gestión económica de su patrimonio y le recomienda que se refugie en la filosofía que tanto le apasiona para superar sus adversidades (ha quedado viuda, ha muerto uno de sus hijos y él está desterrado en Córcega, todo en un año).

El papel de la madre en la formación de los hijos se deduce fácilmente de estas palabras puestas en su boca por Séneca en la misma obra: 

“¿dónde están nuestras conversaciones, de las que yo era insaciable?, ¿dónde tus estudios, en los que yo intervenía con más placer que cualquier mujer, con más intimidad que cualquier madre? 

En este escrito se aprecia la estrecha unión con su madre (la llama “mater óptima”: la mejor de las madres) y siente nostalgia de la época en que compartían estudios. 

Séneca pone de manifiesto el veto que sufrían las mujeres de su tiempo en el acceso a la cultura y se lamenta de que su madre, mujer inteligente y sabia, no hubiera profundizado en sus estudios; lo expresa a Helvia del siguiente modo: 

“ojalá mi padre, el mejor de los maridos, menos entregado a las costumbres de sus mayores, hubiese querido que tuvieses no un roce, sino una profunda compenetración con los preceptos de la sabiduría”